Ubicada en un bosque en Uruguay, esta vivienda fue pensada desde el inicio para integrarse de forma respetuosa con el paisaje. Se organiza a partir de un patio central que estructura la circulación, pero que, sobre todo, funciona como el corazón de la casa. El exterior oscuro permite que la presencia de la vivienda se mantenga discreta entre los árboles, sin generar un contraste marcado. En el interior, en cambio, se eligió trabajar con madera natural, que refuerza la sensación de refugio y confort. Cada decisión busca equilibrar intimidad y contacto con la naturaleza.